Bienvenida

La Comisión de Formación Política del PNP viene implementando Círculos de Estudio donde se discuten las ideas y propuestas centrales del nacionalismo. Durante las elecciones generales de 2006, el nacionalismo obtuvo cerca de 4 millones de votos en la primera vuelta y más de 6 millones en la segunda vuelta. Los hombres y mujeres que creyeron en la Gran Transformación le dieron la victoria a nuestra propuesta en 18 departamentos del país. Este apoyo a la propuesta nacionalista se mantiene, junto con la demanda de fortalecer la organización del Partido y formar cuadros políticos.

Este Blog forma parte del esfuerzo de la Comisión por satisfacer las expectativas de la militancia nacionalista y de nuestros simpatizantes. Aquí publicaremos documentos de nuestra propuesta ideológica y programática, notas de coyuntura, textos indispensables para el pensamiento nacionalista y declaraciones de nuestro líder el Cmdte. Ollanta Huamala.

Federico Infante
Responsable de la Comisión de Formación Política

pnp.formacionpolitica@gmail.com
formacion.politica.pnp@gmail.com

martes, 9 de diciembre de 2008

BASADRE Y EL NACIONALISMO

Jorge Basadre Grohmann, el ilustre historiador peruano nacido en Tacna en 1903, escribió a los 28 años “Perú: problema y posibilidad”, libro de lectura obligatoria para quienes amamos y queremos transformar el Perú. En este libro, Basadre plantea algunas líneas generales sobre cómo asumir el nacionalismo en nuestra patria.

En primer lugar, afirma que nadie puede estar al margen de la tierra en la que nace, ni de las consecuencias que implica ser parte de un Estado y una nación:

"Los hombres no han vivido en una comunidad universal, sino condicionados por la geografía, la economía, la sociología, etc., y dentro del marco de Estados y naciones. El verdadero nacionalismo es el estudio de esas realidades distintas". (1994:33)

De aquí se infiere que asumir el nacionalismo, para Basadre, implica un compromiso con la realidad de su tierra, su nación, estudiándola y desentrañándola. Por ello, el nacionalismo debe ser constructor de una identidad transformadora, debe identificar los problemas profundos y construir sus soluciones:

"...el nacionalismo que, en otras partes, no es necesario o, fatalmente, está superado, urge aquí. En otras partes, el nacionalismo es algo destructor; aquí debe ser constructor. Constructor de conciencia y constructor de soluciones. En otras partes es ofensivo; aquí necesita ser defensivo. Defensivo contra el ausentismo y defensivo contra la presión extranjera, de absorción material o mental." (Ibíd.:35)

El “Perú profundo” -frase acuñada por Basadre en 1947 basándose en la insistencia de Mariátegui de conocer la “realidad profunda del Perú”- sigue esperando el compromiso nacionalista de identificar sus problemas y construir soluciones. Sigue vigente pues, el llamado de Basadre a distinguir “un país real a un país legal, un Perú interior a un Perú exterior, un Perú profundo a un Perú superficial”, y asumir la tarea de construir la nación sobre la base del Perú real, interior y profundo. (Ibíd.:242)

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BASADRE, Jorge. Perú: problema y posibilidad. Lima: Fundación Manuel J. Bustamante De la Fuente, 1994. 4ta ed.

jueves, 4 de diciembre de 2008

DISCURSO DE LA REFORMA AGRARIA

Juan Velasco Alvarado, Presidente del Perú (1968 - 1975)

Mensaje a la Nación con motivo de la promulgación de la Ley de la Reforma Agraria, Lima 1969. Tomado de: www.partidonacionalistaperuano.com



Compatriotas:

Este es un día histórico. Y bien vale que todos seamos plenamente conscientes de su significado más profundo. Hoy día el Gobierno Revolucionario ha promulgado la Ley de la Reforma Agraria, y al hacerlo ha entregado al país el más vital instrumento de su transformación y desarrollo. La historia marcará este 24 de Junio como el comienzo de un proceso irreversible que sentará las bases de una grandeza nacional auténtica, es decir, de una grandeza cimentada en la justicia social y en la participación real del pueblo en la riqueza y en el destino de la patria.

Hoy, en el Día del Indio, día del campesino, el Gobierno Revolucionario le rinde el mejor de todos los tributos al entregar a la nación entera una ley que pondrá fin para siempre a un injusto ordenamiento social que ha mantenido en la pobreza y en la iniquidad a los que labran una tierra siempre ajena y siempre negada a millones de campesinos. Lejos de las palabras de vanos homenajes, el Gobierno Revolucionario concreta en un instrumento de inapelable acción jurídica ese anhelo nacional de justicia por el que tanto se ha luchado en nuestra Patria. De hoy en adelante, el campesino del Perú no será más el paria ni el desheredado que vivió en la pobreza, de la cuna a la tumba, y que miró impotente un porvenir igualmente sombrío para sus hijos. A partir de este venturoso 24 de Junio, el campesino del Perú será en verdad un ciudadano libre a quien la patria, al fin, le reconoce el derecho a los frutos de la tierra que trabaja, y un lugar de justicia dentro de una sociedad de la cual ya nunca más será, como hasta hoy, ciudadano disminuido, hombre para ser explotado por otro hombre.

Al asumir el gobierno del país, la Fuerza Armada asumió también el solemne compromiso de realizar una vasta tarea de reconstrucción nacional. Nosotros siempre fuimos conscientes de la inmensa responsabilidad que contrajimos con la patria. Este no podía ser un gobierno más en el Perú.Insurgió con la vocación irrenunciable de ser el gobierno de la Revolución Nacional.

Más aún, nosotros declaramos que realizar la transformación de este país, constituye la justificación histórica del Gobierno de la Fuerza Armada. Vale decir, para la Fuerza Armada del Perú la tarea de gobernar no fue entendida nunca como banal ejercicio del poder, sin rumbo ni propósito; ni tampoco fue entendida jamás bajo este régimen como acción continuista encaminada a mantener un ordenamiento social básicamente injusto, dentro del cual la mayoríade nuestro pueblo siempre fue mayoría explotada, mayoría en miseria, mayoría desposeída. Nosotros no asumimos el poder político para hacer de él botín y negociado, ni instrumento perpetuador de la injusticia.

Todo lo contrario. Nosotros asumimos el poder político para hacer de él herramienta fecunda de la transformación de nuestra patria. No nos movió otro propósito. Quisimos darle al Perú un gobierno capaz de emprender con resolución y con coraje la tarea salvadora de su auténtico desarrollo nacional. Fuimos desde el primer momento conscientes de que una empresa así demandaría de todos los peruanos sacrificios y esfuerzo; porque sabíamos que en un país como el Perú, caracterizado por abismales desequilibrios sociales y económicos, la tarea del desarrollo tenía necesariamente que ser una tarea de transformación. Superar el subdesarrollo nacional significa, por eso, lograr un reordenamiento de la sociedad peruana por tanto, alterar las estructuras de poder, económico, político y social en nuestro país.

Por comprenderlo así, insurgimos como Gobierno Revolucionario; es decir, como régimen fundamentalmente orientado al logro de la transformación integral de nuestra patria. Sólo así el Perú podrá superar su estancamiento y su retraso, que son ambos responsabilidad histórica de quienes hasta hace diez meses detentaron el poder político en nuestro país. Fue por su inepcia y su complicidad que nuestro pueblo no pudo en el pasado encontrar el camino de su justicia, ni el Estado pudo emprender una acción vigorosa destinada a elevar al país del subdesarrollo en que lo sumieron sus malos gobernantes, sus políticos fariseos, sus grandes claudicantes.

Hoy todo eso ha quedado atrás para siempre. Hoy el Perú tiene un Gobierno decidido a conquistar el desarrollo del país, mediante la cancelación definitiva de viejas estructuras económicas y sociales que no pueden ya tener validez en nuestra época. Las reformas profundas por las que tantos compatriotas han luchado, están ya en marcha. Y dentro de ellas, la más alta prioridad corresponde, sin duda alguna, a la reforma de las estructuras agrarias. Por eso, fiel a la razón misma de su existencia, fiel a los compromisos asumidos ante el país y ante la historia, fiel a los postulados explícitos de la revolución, el Gobierno de la Fuerza Armada le entrega hoy a la Nación peruana una avanzada Ley de Reforma Agraria que marcará el comienzo de la verdadera liberación del campesinado nacional.

En favor de la reforma agraria se han pronunciado prácticamente todos los organismos técnicos nacionales e internacionales desde hace muchos años. Esta idea recibió el respaldo de los presidentes americanos en la reunión de Punta del Este, y desde entonces las oficinas especializadas de las Naciones Unidas han hecho hincapié en la necesidad de modificar radicalmente las estructuras agrarias de los países latinoamericanos. Y aquí en el Perú todos también han hablado de la necesidad de emprender una auténtica reforma agraria. Este fue el señuelo con el cual se lograron adhesiones y votos. Pero nada realmente profundo se hizo jamás para implantar una reforma que de veras atacara la raíz del problema y que de veras diera la tierra a quien la trabaja. Esto hace la nueva Ley. Y por venir de un Gobierno Revolucionario, es en todo sentido un instrumento de desarrollo, una herramienta de transformación; vale decir una ley auténticamente revolucionaria. Y como en el caso de la política nacionalista del petróleo ahora también la fuente final de nuestra inspiración, ha sido el pueblo; este pueblo al que nos debemos por entero; este pueblo tantas veces engañado; este pueblo que tanto ha sufrido y ha luchado en espera de una justicia que sus gobernantes nunca supieron darle; este pueblo que ahora recibe, no como una dádiva, sino como un derecho, una Ley de Reforma Agraria que abre y garantiza, al fin, el camino de la justicia social en el Perú.

En consecuencia, la ley se orienta a la cancelación de los sistemas de latifundio y minifundio en el agro peruano, planteando su sustitución un régimen justo de tenencia de la tierra que haga posible la difusión de la pequeña y mediana propiedad en todo el país. De otro lado, por ser una ley nacional que contempla todos los problemas del agro y que tiende a servir a quien trabaja la tierra, la Ley de Reforma Agraria se aplicará en todo el territorio del país, sin reconocer privilegios ni casos de excepción que favorezcan a determinados grupos o intereses. La ley, por tanto, comprende a todo el sistema agrario en su conjunto porque sólo de esta manera, será posible desarrollar una política agraria coherente y puesta al servicio del desarrollo nacional.

Al plantear la sustitución del minifundio y del latifundio y al estimular la difusión de la pequeña y mediana propiedad, la ley establece medidas que aseguran la no fragmentación de la gran propiedad como unidad de producción. Es el régimen de tenencia lo que la ley afecta, mas no el concepto de unidad de producción agrícola o pecuaria. Por eso, para el caso de las empresas agro-industriales, la ley contempla la cooperativización en favor de sus servidores, pero garantiza el funcionamiento de la nueva empresa como una sola unidad. En este sentido, la ley considera a la tierra y a las instalaciones como un todo indivisible de producción sujeto a la reforma agraria. La planta industrial de procesamiento primario de productos del campo está indisolublemente ligada a la tierra. Por tanto, es imposible afectar a ésta y dejar intocada a aquélla. Y así como en el caso del problema del petróleo el Estado expropió la totalidad del complejo, afectando los pozos y la refinería con todas sus instalaciones y servicios, así también en el caso de la gran propiedad agroindustrial, la Ley de Reforma Agraria tiene que afectar necesariamente la totalidad de la negociación. Esto no quiere decir que la gran propiedad será dividida y fragmentada, porque ello se traduciría en un perjudicial descenso de los rendimientos de la tierra. Por eso, la ley contempla el mantenimiento de la unidad de producción bajo un distinto y justo régimen de propiedad. Y dentro de la nueva empresa la ley garantiza la estabilidad de trabajo, los niveles de remuneración y todos los derechos sociales de la planta de dirección técnica y administrativa y de todos los actuales servidores, abriendo para ellos, además, el acceso a los beneficios y utilidades de la cooperativa que será la nueva propietaria del gran complejo agroindustrial que la reforma agraria afecte.

La inspiración social de la nueva ley es, pues, enteramente compatible con la necesidad de garantizar la continuidad de los altos niveles de rendimiento que la tecnología agraria ha hecho posible. Es por eso inexacto el cargo de que la reforma agraria entraña una merma de la producción del campo. Por el contrario, al racionalizar el uso y la propiedad de la tierra y al crear los incentivos derivados del más amplio acceso a esa propiedad, la reforma agraria tiende a formar más y mejores propietarios del agro, es decir, a impulsar una más pujante producción agropecuaria que beneficie, no a unos pocos, sino a la sociedad en su conjunto Un sector campesino cada vez más próspero, organizado y coherente, es la mejor garantía del desarrollo armónico y acelerado de la actividad agropecuaria del país, dentro de la totalidad del proceso nacional de desarrollo.

Otra tendencia central de la ley, íntimamente vinculada a la naturaleza de las mayores necesidades del país en su conjunto, es el énfasis que ella pone en la reorientación de los recursos del capital hacia la industria, como parte del esfuerzo nacional destinado a colocar al Perú en condiciones ventajosas frente al reto que plantea el esfuerzo de industrialización dentro del sistema de la integración económica latinoamericana. Las nuevas responsabilidades que al Perú plantea la política de integración regional y subregional, demandan de nuestro país un vigoroso esfuerzo industrial y un decidido respaldo del Estado a una dinámica y garantizada política de industrialización, centralmente basada en el sector interno de nuestra economía. Por eso, esta ley es también una ley de impulso a la industria peruana, cuyo futuro depende decisivamente de la creación de un cada vez mayor mercado interno de alto consumo diversificado y también, del apoyo constructivo del Estado, consciente del inevitable destino industrial de nuestra patria.

Desde este punto de vista, es muy importante que el capital nacional comprenda cabalmente la significación de la Ley de Reforma Agraria, como instrumento estimulador del proceso de industrialización en nuestro país. La ley, en efecto, abre muy grandes perspectivas a la inversión industrial a través del incentivo que significan nuevas empresas forjadoras de riqueza y creadoras de trabajo. Estas nuevas y amplias perspectivas de desarrollo económico, plantean un reto a la capacidad empresarial y al dinamismo de la joven industria peruana, cuyo futuro será, en gran parte, el resultado del esfuerzo tesonero de quienes a ella dediquen toda su energía y su talento. La industrialización es un aspecto central del proceso de desarrollo económico de nuestro país, y el esfuerzo industrial puede formar parte de la tarea de transformación de las estructuras tradicionales del Perú, Luchar por la industrialización es, por eso, luchar por el porvenir de la nación. Y por ello, el impulso a la industria constituye uno de los principales objetivos de la política de transformación del Gobierno Revolucionario. A este fin coadyuva la Ley de Reforma Agraria, al estimular el dinamismo del sector industrial mediante la reorientación de los recursos hacia fines de promoción de la industria nacional.

No se trata, pues, de destruir, sino de racionalizar el empleo de los recursos nacionales en función de las necesidades principales de toda la sociedad peruana. El Gobierno hace una invocación para que, al margen de posibles temores infundados, se aprecie con claridad las enormes posibilidades que la ley abre al desarrollo económico del Perú. Los empresarios nacionales deben tener la certeza de que el Gobierno Revolucionario no tiene otro propósito que el de afianzar una política industrial que no puede tener éxito sin la ampliación de un mercado interno de consumo, como el que creará la aplicación de la reforma agraria. La convertibilidad de los bonos de la deuda agraria en acciones de empresas industriales necesarias para el desarrollo del país, representa un enorme paso en el proceso de industrialización al cual el Gobierno Revolucionario brindará todas las garantías que él requiera.

La nueva Ley de Reforma Agraria, por otra parte, limita el derecho a la propiedad de la tierra para garantizar que ésta cumpla su función social dentro de un ordenamiento de justicia. En este sentido, la ley contempla límites de inafectabilidad que salvaguardan el principio normativo de que la tierra debe ser para quien la trabaja, y no para quien derive de ella renta sin labrarla. La tierra debe ser para el campesino, para el pequeño y mediano propietario; para el hombre que hunde en ella sus manos y crea riqueza para todos; para el hombre, en fin, que lucha y enraíza su propio destino en los surcos fecundos, forjadores de vida.

Por eso, en un país de limitados recursos como el nuestro, la propiedad también tiene que tener un límite. Es esencialmente injusto un sistema en el cual la inmensa mayoría de la tierra –y de la tierra mejor– esté en muy pocas manos, como ha ocurrido hasta ayer mismo en nuestro país. Esta desequilibrada e injusta situación toca a su fin con la Ley de Reforma Agraria que el Gobierno Revolucionario acaba de promulgar. La propiedad está garantizada, pero dentro de los límites que la hagan compatible con la irrenunciable función social que ella debe cumplir. Esta no es, por tanto, una ley de despojo, sino una ley de justicia. Y sí por cierto, habrá quienes se sientan afectados en sus intereses, éstos, por respetables que sean, no pueden prevalecer ante los intereses y las necesidades de millones de peruanos quienes, al fin, van a tener un pedazo de tierra para ellos y sus hijos en el suelo que los vio nacer.

Es necesario indicar a la ciudadanía que es por completo inexacta la versión según la cual en la preparación de la ley no se han recibido los puntos de vista de instituciones y personas cuyas actividades se vinculan al agro. El Ministerio de Agricultura recibió los puntos de vista de la Sociedad Nacional Agraria y de numerosas personas calificadas. Sin embargo, huelga decir que los aspectos técnicos del problema agrario de nuestro país son suficientemente conocidos, y la legislación comparada en materia de reforma agraria es, ciertamente, voluminosa. Por eso, los aspectos debatibles del problema se refieren a las opciones de carácter político implícitas en los diversos enfoques dados en todas partes del problema agrario. Y es, precisamente, donde surgen explicables diferencias de perspectiva. Por tanto, tomar un camino en vez de otro, no quiere decir de ningún modo que no se hayan escuchado distintas opiniones, significa, simplemente, que las decisiones tomadas responden a distintas concepciones generales de lo que debe ser la parte medular de una auténtica reforma agraria.

Los que vean reducida su propiedad por la aplicación de la ley recibirán compensación justipreciada por parte del Estado. Pero en conciencia, habrán de reconocer que la reforma agraria es para nuestro país un inaplazable imperativo de justicia. Y, si bien es cierto que éste es un gobierno para todos los peruanos, no es menos cierto que él debe y tiene que ser, por encima de todo, un gobierno para los más y también para los más necesitados. El Gobierno Revolucionario confía en que quienes se sientan adversamente afectados por la Ley de Reforma Agraria comprendan, por encima de sus, acaso explicables egoísmos, la profunda justicia que reinvidica y hace realidad. Nosotros actuaremos con equidad al aplicar la ley, y seremos respetuosos de los derechos legítimos de aquellos a quienes la ley se aplique. Pero seremos también inflexibles en exigir la absoluta aplicación de la reforma agraria, parte esencial de la política transformadora del gobierno de la revolución y aspecto fundamental de una responsabilidad que hemos jurado cumplir, sin desviaciones ni temores, por el bien sagrado de la patria. Por eso, por responder al clamor de justicia y al derecho de los más necesitados, es que la Ley de Reforma Agraria ha dado su respaldo a esa gran masa de campesinos que forman las comunidades indígenas que, a partir de hoy –abandonando un calificativo de resabios racistas y de prejuicio inaceptable– se llamarán Comunidades Campesinas. Los cientos de miles de hombres del campo que las forman, tendrán desde ahora el respaldo efectivo del Estado para lograr los créditos la ayuda técnica que indispensablemente se requiere a fin de convertirlas en dinámicas unidades de producción cooperativa. Creemos cumplir así un verdadero deber de reparación para todos aquellos campesinos olvidados del Perú, hombres que centenariamente han sufrido el castigo de todas expoliaciones y de todas las injusticias. Con esta ley se inicia el camino de su verdadera redención social. Ya nunca más serán las víctimas indefensas del flagelo gamonalista. A partir de hoy, con el respaldo del Estado, serán partícipes en la responsabilidad de su propio desarrollo. Así, verdaderamente al cabo de los siglos, las comunidades campesinas, el ayllu antiguo, símbolo de un milenario ideal de justicia que nunca fue totalmente abatido, verán renacidos su fuerza y su vigor para ser, otra vez, dinámicos elementos de progreso como fueron antaño en la antigua y grandiosa civilización de nuestros antepasados.

Estas son las características centrales de la Ley de Reforma Agraria que pronto todos conocerán a lo largo y ancho del territorio de nuestra patria. Los hombres del gobierno tenemos lúcida conciencia de que con ella comienza la verdadera revolución social y económica del Perú. Como en todo proceso de veras trascendente, habrá vicisitudes y habrá tropiezos. También de ello somos conscientes. No nos arredran las inevitables dificultades del proceso revolucionario que hoy comienza en nuestro país. Con el apoyo del pueblo sabremos sortear todos los peligros y todos los escollos. Más nos pesaría no tener la decisión de cumplir un compromiso que sabemos salvador para la patria. El Gobierno tiene fe en nuestra patria, confianza en nuestro pueblo.

La lucha nos hermanará a todos los peruanos que, por encima de distingos secundarios, hemos unido nuestra suerte en la defensa común de un ideal revolucionario que sólo persigue la grandeza de la Nación. Hoy como en otros momentos de trascendentales decisiones, el Gobierno Revolucionario apela al pueblo en demanda de solidaridad para emprender una dura pero inevitable empresa salvadora. Aquí, donde tantas promesas quedaron incumplidas, donde se abandonaron tantos ideales, nosotros hemos querido retomar el sentido profundo de un esfuerzo trunco hasta hoy: el de reivindicar al humilde campesino de nuestra Patria, respondiendo a una demanda cuya raíz honda se afinca en nuestra historia y cuya imagen de justicia surge de nuestro propio e inmemorial pasado de pueblo americano.

Sabemos muy bien que la Ley de Reforma Agraria tendrá adversarios y detractores. Ellos vendrán de los grupos privilegiados que hicieron del monopolio económico y del poder político la verdadera razón de su existencia. Esa es la oligarquía tradicional que verá en peligro su antipatriótica posición de dominio en el Perú. No le tememos. A esa oligarquía le decimos que estamos decididos a usar toda la energía necesaria para aplastar cualquier sabotaje a la nueva ley y cualquier intento de subvertir el orden público.

Ya se advierten indicios de una política de rumores con la que se trata de engañar y sorprender a los propios campesinos que serán los beneficiarios directos e inmediatos de la reforma agraria, porque ella les dará tierra. El Gobierno no tolerará la política de quienes traten de entorpecer la reforma agraria en perjuicio de los intereses del campesinado y de la sociedad. En esto seremos inflexibles y bien vale que todos lo entiendan claramente. La prepotencia de los intereses y de los privilegios tiene ya un límite en el Perú.

Pero la Ley de Reforma Agraria también tendrá sus defensores y sus amigos. Ellos serán los que comprendan patrióticamente la decisiva importancia que esta ley tiene para el desarrollo nacional: serán los hombres del pueblo, los campesinos, los obreros, los estudiantes, es decir, todos los que siempre han luchado por hacer prevalecer la justicia social en el Perú. Ellos comprenderán que al fin empiezan a realizarse sus ideales. Nada importa que unos seamos militares y otros civiles. La patria es una sola y es de todos. Lo que importa es que se cumpla la transformación social y económica de nuestro país para hacer de él una nación libre, justa y soberana. Desde este punto de vista, se debe recordar la posición de los hombres de la Iglesia. En una reciente declaración de los Sacerdotes de ONIS, se señala la imperativa urgencia de una genuina reforma agraria en el Perú y se sostiene que “en una concepción cristiana del hombre y del mundo, los bienes de la tierra se ordenan a todos los hombres, para permitirles la realización de su vocación y destino”. No estamos solos. En la obra de la reforma agraria tendremos a nuestro lado a los campesinos, a los obreros, a los estudiantes, a la inmensa mayoría de los intelectuales, sacerdotes, industriales y profesionales del Perú. Y esto es lo que cuenta, porque ellos son el pueblo auténtico de nuestra patria, al lado del cual está la Fuerza Armada que surge de ese pueblo, y que a su causa brinda el respaldo de su decisión inquebrantable. Quiero, por eso, hacer una sincera invocación a la juventud del Perú para la que queremos forjar una patria mejor. Quienes vivimos hoy los años de la adultez, recibimos un mundo lleno de imperfecciones y de injusticias. Para quienes vengan después de nosotros queremos el legado de una sociedad libre y justa, la herencia de una nación donde no tengan cabida las clamorosas desigualdades y el oprobio del mundo que nos tocó vivir. Este es nuestro más grande anhelo: Labrar para nuestro pueblo y para su juventud un ordenamiento social donde el hombre viva con dignidad, sabiendo que vive en una tierra que es suya y en una nación que es dueña de su destino.

Así, mediante una política revolucionaria de inspiración verdaderamente peruana, profundamente nacionalista y, por tanto, exenta de influencias foráneas de cualquier índole, el gobierno del pueblo y de la Fuerza Armada pone hoy en movimiento un vigoroso e irreversible proceso de transformación nacional, evitando el caótico surgimiento de violencia social y dando autónoma solución a los seculares problemas del Perú. Esta es la mejor garantía de una verdadera y justa paz social en el futuro de nuestra Patria.

Compatriotas:

Este es, repito, un día histórico cuya trascendencia se acrecentará con el paso de los años. Hoy el Gobierno Revolucionario siente la emoción profunda de una misión y de un deber cumplidos. Hoy, en el Día del Campesino, miramos a la ciudadanía con fe, orgullo y esperanza; y le decimos al Perú entero que a su pueblo debemos la inspiración de nuestros actos y que a él hoy le entregamos una ley forjadora de grandeza y justicia en su destino.

Al hombre de la tierra ahora le podemos decir en la voz inmortal y libertaria de Túpac Amaru:

“¡Campesino, el patrón ya no comerá más de tu pobreza!”.

viernes, 28 de noviembre de 2008

NACIONALISMO Y VANGUARDISMO EN LA IDEOLOGÍA POLÍTICA[1]

José Carlos Mariátegui

I

Es posible que a algunos recalcitrantes conservadores de incontestable buena fe los haga sonreír la aserción de que lo más peruano, lo más nacional del Perú contemporáneo es el sentimiento de la nueva generación. Esta es, sin embargo, una de las verdades más fáciles de demostrar. Que el conservantismo no pueda ni sepa entenderla es una cosa que se explica perfectamente. Pero que no disminuye ni oscurece su evidencia.

Para conocer cómo siente y cómo piensa la nueva generación, una crítica leal y seria empezará sin duda por averiguar cuáles son sus reivindicaciones. Le trocará constatar, por consiguiente, que la reivindicación capital de nuestro vanguardismo es la reivindicación del indio. Este hecho no tolera mistificaciones ni consiente equívocos.

Traducido a un lenguaje inteligible para todos, inclusive para los conservadores, el problema indígena se presenta como el problema de cuatro millones de peruanos. Expuesto en términos nacionalistas, -insospechables y ortodoxos- se presenta como el problema de la asimilación a la nacionalidad peruana de las cuatro quintas partes de la población del Perú.

¿Cómo negar la peruanidad de un ideario y de un programa que proclama con tan vehemente ardimiento, su anhelo y su voluntad de resolver este problema?

II

Los discípulos del nacionalismo monarquista de “L’Action Française” adoptan, probablemente la fórmula de Maurras: “Todo lo nacional es nuestro”. Pero su conservantismo se guarda mucho de definir lo nacional, lo peruano. Teórica y prácticamente, el conservador criollo se comporta como un heredero de la colonia y como un descendiente de la conquista. Lo nacional, para todos nuestros pasadistas, comienza en lo colonial. Lo indígena es en su sentimiento, aunque no lo sea en su tesis, lo pre-nacional. El conservantismo no puede concebir ni admitir sino una peruanidad: la formada en los moldes de España y Roma. Este sentimiento de la peruanidad tiene graves consecuencias para la teoría y la práctica del propio nacionalismo que inspira y engendra. La primera consiste en que limita a cuatro siglos la historia de la patria peruana. Y cuatro siglos de tradición tienen que parecerle muy poca cosa a cualquier nacionalismo, aun al más modesto e iluso. Ningún nacionalismo sólido aparece en nuestro tiempo como una elaboración de sólo cuatro siglos de historia.

Para sentir a sus espaldas una antigüedad más respetable e ilustre, el nacionalismo reaccionario recurre invariablemente al artificio de anexarse no sólo todo el pasado y toda la gloria de España sino también todo el pasado y la gloria de la latinidad. Las raíces de la nacionalidad resultan ser hispánicas y latinas. El Perú, como se lo representa esta gente, no desciende del Inkario autóctono; desciende del imperio extranjero que le impuso hace cuatro siglos su ley, su confesión y su idioma.

Maurice Barrés en una frase que vale sin duda como artículo de fe para nuestros reaccionarios, decía que la patria son la tierra y los muertos. Ningún nacionalismo puede prescindir de la tierra. Este es el drama del que en el Perú, además de acogerse a una ideología importada, representa el espíritu y los intereses de la conquista y la colonia.

III

En oposición a este espíritu, la vanguardia propugna la reconstrucción peruana sobre la base del indio. La nueva generación reivindica nuestro verdadero pasado, nuestra verdadera historia. El pasadismo se contenta, entre nosotros con los frágiles recuerdos galantes del virreinato. El vanguardismo, en tanto, busca para su obra materiales más genuinamente peruanos, más remotamente antiguos.

Y su indigenismo no es una especulación literaria ni un pasatiempo romántico. No es un indigenismo que, como muchos otros, se resuelve y agota en una inocua apología del Imperio de los Incas y de sus faustos. Los indigenistas revolucionarios, en lugar de un platónico amor al pasado incaico, manifiestan una activa y concreta solidaridad con el indio de hoy.

Este indigenismo no sueña con utópicas restauraciones. Siente el pasado como una raíz, pero no como un programa. Su concepción de la historia y de sus fenómenos es realista y moderna. No ignora ni olvida ninguno de los hechos históricos que, en estos cuatro siglos, han modificado, con la realidad del Perú, la realidad del mundo.

IV

Cuando se supone que la juventud seducida por mirajes extranjeros y por doctrinas exóticas, se parte, seguramente, de una interpretación superficial de las relaciones entre nacionalismo y socialismo. El socialismo no es, en ningún país del mundo, un movimiento anti-nacional. Puede parecerlo, tal vez, en los imperios. En Inglaterra, en Francia, en Estados Unidos, etc., los revolucionarios denuncian y combaten el imperialismo de sus propios gobiernos. Pero la función de la idea socialista cambia en los pueblos política o económicamente coloniales. En esos pueblos, el socialismo adquiere, por la fuerza de las circunstancias, sin renegar absolutamente ninguno de sus principios, una actitud nacionalista. Quienes sigan el proceso de las agitaciones nacionalistas riffeña, egipcia, china, hindú, etc., se explicarán sin dificultad este aspecto, totalmente lógico, de la praxis revolucionaria. Observarán, desde el primer momento, el carácter esencialmente popular de tales agitaciones. El imperialismo y el capitalismo de Occidente encuentran siempre una resistencia mínima, si no una sumisión completa, en las clases conservadoras, en las castas dominantes de los pueblos coloniales. Las reivindicaciones de independencia nacional reciben su impulso y su energía de la masa popular. En Turquía, donde se ha operado en los últimos años el más vigoroso y afortunado movimiento nacionalista, se ha podido estudiar exacta y cabalmente este fenómeno. Turquía ha renacido como nación por mérito y obra de su gente revolucionaria, no de su gente conservadora. El mismo impulso histórico que arrojó del Asia menor a los griegos, inflingiendo una derrota al imperialismo británico, echó de Constantinopla al Kalifa y a su corte.

Uno de los fenómenos más interesantes, uno de los movimientos más extensos de esta época es, precisamente, este nacionalismo revolucionario, este patriotismo revolucionario. La idea de la nación –lo ha dicho un internacionalista- es en ciertos períodos históricos la encarnación del espíritu de libertad. En el Occidente europeo, donde la vemos más envejecida, ha sido, en su origen y en su desarrollo, una idea revolucionaria. Ahora tiene este valor en todos los pueblos, que, explotados por algún imperialismo extranjero, luchan por su libertad nacional.

En el Perú los que representan e interpretan la peruanidad son quienes, concibiéndola como una afirmación y no como una negación, trabajan por dar de nuevo una patria a los que, conquistados y sometidos por los españoles, la perdieron hace cuatro siglos y no la han recuperado todavía.

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[1] Publicado inicialmente en dos partes (“Nacionalismo y vanguardismo”, Mundial, Lima, 27 de noviembre de 1925, y “Nacionalismo y vanguardismo en la literatura y en el arte”, Lima, 4 de diciembre de 1925). La versión que publicamos es el resultado de una fusión elaborada por el autor, tal como aparece en Peruanicemos el Perú, 1986 (10º Ed.).

jueves, 27 de noviembre de 2008

Ollanta Humala responde a persecusión del gobierno



El Cdte. Ollanta Humala llamó cobarde al presidente Alan García por intentar vincularlo al terrorismo internacional. Humala recordó que él combatió como soldado al terrorismo y que no violó Derechos Humanos, pues no aplicó el manual de guerra no convencial, aprobado por el primer gobierno de García en 1989, en el que se ordena la eliminación de dirigentes subversivos, en clara violación de los Derechos Humanos.

sábado, 22 de noviembre de 2008

García y León se parecen demasiado

Diario La Primera, 22 de noviembre

El principal implicado en el caso de corrupción descubierto a partir de los petroaudios, Rómulo León Alegría, tiene “una personalidad muy parecida a la del presidente Alan García, a quien considera su alter ego, y de allí nace su admiración”, opinó el doctor en sicología Federico Infante.

Explicó que a partir de la exposición mediática de los últimos días de Rómulo León, ha apreciado que el ex ministro de Pesquería del primer gobierno de García tiene una personalidad narcisista, con rasgos paranoicos, sicopáticos, amoral e histérico, lo cual configura un cuadro de trastorno de la personalidad antisocial. “Muchos de estos elementos también los tiene la personalidad del presidente García”, observó el sicólogo.

Por eso, Rómulo León “trata de imitar al mandatario, le dice que hubiera estado dispuesto a morir por él. Es su alter ego”, destacó.

Infante, graduado en la Universidad de Humboldt de Berlín, señaló que como toda persona con características antisociales, “León violenta las normas, no cree en las normas sociales de convivencia, y le es muy fácil trasgredirlas”.

“A pesar de haber sido cogido in fraganti, que hay información que lo compromete en casos de corrupción, León prefiere negarlo, reconstruye toda una realidad, la distorsiona, por eso dice que los audios son una tomadura de pelo”, manifestó.

“Manifiesta rasgos de amoralidad, no tiene sentimientos de culpa y se victimiza, aludiendo un complot en su contra. Esto es un rasgo de paranoia”, agregó Infante.

El doctor Infante también notó un “componente histérico de actuación” en las actitudes de Rómulo León al momento de entregarse a la fiscalía. “Hay mucha actuación en su vida, es un gran actor. Cuando entra a las oficinas de la Fiscalía Anticorrupción voltea, mira a las cámaras y saluda. Es un actor que posa”, dijo.

domingo, 16 de noviembre de 2008

García y la Prensa

Expresamos nuestra preocupación por la actitud del presidente García Pérez frente a la libertad de prensa. Sus ataques a la periodista Vilma Escalante del diario La Primera no fueron dignos de un demócrata, pues se trató de una discriminación a un diario independiente y de oposición, al cual no quiso informar luego de acusarlo de "antidemocrático y antisistema". Parece que el personalismo de García en su manejo del Estado llega más lejos y ahora se cree la personificación de la democracia: si no estás con él estás en contra de la democracia.

Expresamos también nuestra preocupación por la salida de Álvarez Rodrich de Perú21, un diario con el que si bien no siempre hemos coincidido, pensamos que ha sido democrático y plural.

Coincidimos con la directora del Consejo de la Prensa Peruana (CPP), Kela León, en su preocupación por los ataques del presidente Alan García a la prensa. Asimismo, se debe investigar en qué condiciones se han cerrado radios opositoras en Cajamarca, Piura, Ica, entre otras. Los nacionalistas creemos en la libertad de prensa y condenamos las presiones y tratos discriminatorios del gobierno alanista.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Entrevista a Ollanta Humala en Quehacer

En el Número 170 de la Revista Quehacer, Abelardo Sánchez León y Martín Paredes entrevistaron al Comandante Ollanta Humala. En esta entrevista el líder del Partido Nacionalista Peruano absuelve dudas sobre sus críticas al modelo neoliberal. Por un lado critica que nos insertemos en un mundo globalizado como país exportador de materias primas y no como un país en vías de industrialización, integrado a un bloque regional. Cuestiona, además, que empresas que vienen a invertir al país extraigan petróleo por un costo de 12 a 14 dólares el barril y lo vendan a Petroperú a 120 ó 130 dólares, "ajustándose" al precio internacional.

Asimismo, responde a las dudas sobre las posibles nacionalizaciones durante un gobierno nacionalista, aclarando que no se trata de "nacionalización con tanques y tropas" ni de nacionalizar empresas sino "actividades estratégicas" (p.11)

A continuación en enlace a la entrevista completa:
http://www.partidonacionalistaperuano.com/docs/Entrevista_Que_Hacer.pdf
(si no puede acceder al enlace, cópielo y péguelo en una nueva ventana)

jueves, 13 de noviembre de 2008

La saga de Alan García: de populista tardío a neoliberal trasnochado*

Es admirable el entusiasmo sin límites del Dr. García Pérez. Expresa, sin duda, la fe inconmovible del nuevo converso que, otrora crítico del sistema, se asume ahora como su defensor más acérrimo. Ni los más conspicuos apologistas de la globalización neoliberal se atreverían a suscribir sus temerarias afirmaciones respecto de la naturaleza de la crisis actual que aqueja al sistema capitalista a escala mundial. Para el nuevo converso criollo, estamos ante una "enfermedad de la infancia" del sistema que sería propia de una "crisis de crecimiento del capitalismo". Todo lo demás es "tremendismo" nos dice, embobado in extremis por los efectos deslumbrantes de la revolución tecnológica de la digitalización, la genética y la nanotecnología, que ha replanteado radicalmente las nociones de tiempo y espacio. Solo le faltó decir que los analistas críticos del neoliberalismo son todos unos "perros del hortelano", en el plano de la teoría claro está.

El novísimo teórico en ciernes nos asegura, sin más argumentos que la fe en la "velocidad de interacción" que habría alcanzado el capitalismo a partir de la revolución en las comunicaciones, que "…en 18 o 24 meses se iniciará un proceso de crecimiento aun más veloz que el de los últimos 10 años." ¡Qué tal audacia! ¡Ni los "think-tanks" más encumbrados del establishment del Norte se atreverían a tal pronóstico! Pero he aquí, desde la periferia del sistema, superando las limitaciones epistemológicas de la ciencia económica, se yergue el inopinado "oráculo de Delfos" de la evolución económica mundial. Ni Joseph Stiglitz, Paul Krugman o Amartya Sen, todos ellos ganadores recientes del Premio Nóbel de Economía, se han aventurado con opiniones tan contundentes y precisas. Y eso que García Pérez no es Doctor Economía; es apenas egresado de derecho, aunque presume un gran dominio del arte de la "dialéctica" supuestamente hegeliana.

Pero la dialéctica del Dr. García Pérez se aventura más lejos al pretender convencernos que la crisis crediticia de las hipotecas basura "…también benefició a la mayoría de los países y a sus familias." Solo le falta decir que deberíamos estar agradecidos a los ahora quebrados bancos de inversión de Wall Street y a los grandes especuladores financieros, porque a ellos les debemos el inusitado dinamismo económico de nuestras economías y el reciente "boom" de los precios de las materias primas. Se olvida nuestro aprendiz de futurología que el rescate financiero en los Estados Unidos y Europa ha significado en un par de meses desembolsos fiscales superiores al trillón y medio de dólares, dinero que se ha esfumado literalmente en el "hueco negro" de los modernos instrumentos del casino financiero. Solo para tener una idea de la magnitud del despropósito: con solo una quinta parte de esos fondos se hubiera financiado el pleno cumplimiento de todos los Objetivos de Desarrollo del Milenio hasta el año 2015. Pero claro, esas son sólo las típicas preocupaciones de los "perros del hortelano".

No alcanzamos a encontrar las fuentes inspiradoras de la peculiar "interpretación de la historia" del Presidente de la República. Sabíamos de sus lecturas de Toni Negri y Michael Hardt que, antes de la invasión de Irak y Afganistán, hablaban del fin del imperialismo. Intuimos que el papel central que se le otorga a las revoluciones tecnológicas y su relación con los ciclos financieros viene del excelente trabajo de la venezolana Carlota Pérez, para quien estaríamos ad portas de un largo ciclo de expansión económica propulsado por las nuevas tecnologías. Los teóricos de la "nueva economía" en los Estados Unidos venían hablando desde mediados de los noventa del fin de los ciclos económicos y de la posibilidad de un crecimiento ininterrumpido, contraponiendo precisamente el carácter inmaterial de los nuevos bienes y servicios económicos. Pero la explosión de la burbuja de las empresas emblemáticas de las tecnologías digitales volvió de modé sus argumentos. Solo es García Pérez el que los repite con años de retraso.

Por el contrario, todas las interpretaciones más fundamentadas de la actual crisis financiera coinciden en que no se trata de un simple ciclo de coyuntura que suponga una pronta y rápida recuperación. El consenso que se va gestando caracteriza la coyuntura actual como la más difícil y profunda crisis económica y financiera desde la Gran Depresión de 1929 – 1932, que significó un cambio de época y de paradigma económico, a partir del cual se gestó la hegemonía del keynesianismo y la construcción del Estado del Bienestar en los países capitalistas desarrollados. Sin caer en el "tremendismo" que critica García Pérez, los más serios analistas hablan de una recesión que puede durar más que lo normal, incluso una década como sucede actualmente con la economía japonesa. Por más dinamismo que mantengan China y la India no pueden sólos sostener el ciclo económico mundial, al entrar en recesión de manera simultánea los Estados Unidos y la Unión Europea. El comercio internacional perderá dinamismo y las materias primas se mantendrán en niveles menores a los altos precios alcanzados, con fuertes oscilaciones especulativas.

Los analistas también coinciden que, por primera vez en la historia, los problemas económicos son ahora fundamentalmente de los países centrales y no de la periferia del capitalismo mundial y que, por lo tanto, la crisis del Norte no alcanzará a producir una crisis mayor en el Sur. Las consecuencias más que exclusivamente económicas serán geopolíticas, geoeconómicas y en el plano de las ideas. El fundamentalismo de mercado estaría en sus estertores finales y el neoliberalismo perdería su hegemonía indiscutida. La necesidad de una mayor regulación estatal, incluyendo la planificación, volverían como temas centrales de la agenda del desarrollo. La edición de la revista Business Week de la semana pasada habla, por primera vez, del tema de la planificación industrial de largo plazo. Las economías de los países más desarrollados se volcarán hacia el mercado interno, acentuando las políticas proteccionistas y poniendo fin a la contención salarial permanente. El Keynesianismo y la economía política recuperarán prestancia académica y política frente al Monetarismo de Friedman y la economía neoclásica. Esas son las tendencias objetivas que avizoran la entrada de un cambio de época.

Nada de lo anterior es captado por la reflexión presidencial sobre la crisis y el futuro. El Dr. García Pérez parece destinado a llegar siempre tarde y desfasado a la historia de las ideas sobre el desarrollo. En su primer gobierno aplicó un programa "populista" cuando todos estaban de regreso de la estrategia de industrialización sustitutiva de importaciones basada en el proteccionismo estatal. Fue, en este sentido, el último de los populistas. Ahora también llega tarde a la historia, cuando nos habla de la inminente "reactivación mundial que inevitablemente vendrá y con una mayor velocidad" que encontrará al Perú, según el próximo aspirante al Nóbel de Economía, como "país refugio para el capital productivo del mundo". Esta frase de cierre, además de indemostrable en términos fácticos, linda más con el delirio que con los buenos deseos.

En síntesis, ni la dialéctica más flexible permite los saltos cualitativos de la que hace gala la espiral argumental del novísimo, a falta de otro nombre, "alanismo dialéctico". Este ha transitado de un populismo tardío, hace dos décadas, a un neoliberalismo trasnochado en la hora presente. Triste saga para el que se pretende discípulo y continuador del autor del espacio tiempo histórico. Cuán lejos se encuentran estas ideas de las tesis centrales de los dos libros que moldearon la génesis del pensamiento de Haya de la Torre: "Por la Emancipación de América Latina" y "El Antiimperialismo y el APRA". Pero así es la vida…y el "alanismo dialéctico".

*David Tejada Pardo
Responsable nacional del Comité de Asesoramiento y Apoyo Programático (COAAP)

Entrevista a Ollanta Humala en la Asamblea Nacional de los Pueblos

Tras inaugurar la Asamblea Nacional de los Pueblos, Ollanta Humala brindó declaraciones a la prensa. Sostuvo que de comprobarse la participación de Alan García Pérez en actos de corrupción, se deberían adelantar elecciones. Asimismo, destacó la importancia de la Asamblea Nacional de los Pueblos en la consolidación de la organización social, e insistió en la necesidad de fortalecer al Estado mediante una reforma tributaria y una mayor regulación en temas como las AFP y las actividades extractivas.

JUEVES NACIONALISTAS

Todos los jueves a las 7:00 p.m. se realizan los "jueves nacionalistas", en el local del Partido Nacionalista Peruano (Av. Arequipa 3410), en donde se abordan temas de actualidad política y se desarrollan los ejes del Plan de Gobierno del PNP.

Exposiciones en Noviembre

  • 18 de diciembre: "Enseñanzas y Desafíos del primer gobierno del Frente Amplio del Uruguay", por Daniel Aljanati (PS del Uruguay)
  • 11 de diciembre: "Sociedad civil y democratización", por Susana Grados
  • 04 de diciembre: "Paradigmas de la militarización", por Elvis Mori
  • 27 de noviembre: "Crisis Financiera Internacional y necesidad de la Planificación en un Gobierno Nacionalista: Proyecto Nacional y Descentralización", por Carlos de la Cuba
  • 20 de noviembre: "El deporte como factor de desarrollo social", por Néstor Figueroa
  • 13 de noviembre: "Etno política", por José Luís Portocarrero

COLOQUIOS PROGRAMÁTICOS

Los Coloquios Programáticos en el Local del PNP (Av. Arequipa 3410) han sido pasados para los días lunes, a las 7:00 p.m.

Entrevista a Ollanta Humala en Prensa Libre (10/11) - Parte I

Entrevista a Ollanta Humala en Prensa Libre (10/11) - Parte II

Entrevista a Ollanta Humala de Prensa Libre (10/11) - Parte III